martes, 19 de mayo de 2015

Decir adiós a Don Draper


Cuando eres consumidora compulsiva de series, cuando ves más televisión de la que deberías, ciertas historias y ciertos personajes acaban formando parte de tu existencia. No siempre eres consciente, pero están ahí: en las frases que utilizas, en la forma en que te recoges el pelo, en el nombre que eliges para tu perro, en la taza que adorna tu mesa... A veces, la conexión con la ficción es inmediata; te atrapa con el piloto y ya no te suelta hasta el "The End", sea dos, cuatro o diez años después. Otras, es la insistencia de un amigo el que te hace vencer las reticencias iniciales o pasar por alto ese inicio irregular o, incluso, aburrido. Y otras te van ganando lentamente, con capítulos redondos que te convencen de que no está pasando nada cuando en realidad está pasando todo, hasta que llega un momento en que no las puedes dejar. Así es como los publicistas de Madison Avenue entraron en tu vida.

Durante casi ocho años, el tiempo transcurrido desde la primera vez que viste a Don Draper caer al vacío, les has acompañado en sus cambios de oficina (y de nombre), has vivido a través de sus ojos una parte de la historia Estados Unidos, has celebrado los éxitos de algunos personajes y has deseado el fracaso (o la muerte) de otros... en definitiva, has seguido el camino que ya seguiste antes con otras series. Sin embargo, hay algo diferente en esta despedida. ¿Por qué duele tanto esta vez? ¿Por qué te está costando tanto decir adiós a Mad Men? ¿Será la sensación de estar ante algo irrepetible? ¿Será que, de verdad, es el fin de una era?

Y, de repente, te das cuenta de lo que pasa: te has enamorado de ÉL. Como Betty, como Faye, como Megan, como esa secretaria estúpida cuyo nombre no recuerdas, pero sí su llanto al descubrirse una más de una interminable lista de conquistas. Sin embargo, a diferencia de ellas, tú conoces todas las caras de Don (o las de Dick). No puede  engañarte con su traje impoluto, su mirada interesante y su palabrería porque tú has visto lo que hay detrás: el Don triunfador, el mujeriego, el bebedor, el niño perdido con aspecto de hombre… y, aún así, aunque sabes que es un cabrón, que fuma y bebe más de la cuenta, que está con todas y con ninguna... aunque conoces todos sus defectos, no puedes evitar caer y eso que sabes mejor que nadie que quererle es “la peor forma de llegar a él”.

Al principio, no se lo cuentas a nadie. “¡Qué estúpida soy! Mira que enamorarme de un personaje”, te repites mientras recuerdas lo mucho que te burlaste de esas amigas que coleccionaban, entre suspiros, imágenes de Vegeta, el tío Jesse o Zach Morris. Hasta que un día, entre comentarios sobre lo mono que sigue siendo George, sobre ese algo que tiene Ryan o sobre como Brad nunca ha estado más guapo que en Leyendas de pasión, lo sueltas. Y tuerces el morro cuando alguien contesta “es que Jon Hamm es muy guapo” porque te das cuenta de que no han entendido nada. Que no es el actor, que es el personaje; que Jon Hamm es atractivo, simpático, gracioso con las líneas correctas, pero que a ti él que te gusta de verdad es Don. Don con sombrero y corbata; Don en ropa interior; Don con cigarro y copa de Bourbon; Don bailando "My way" con Peggy; Don en Westchester y Don en Nueva York. Don, Don, Don.

Por eso, porque en cierto modo le quieres, asumir que también Don es finito, que tampoco aquí hay un “para siempre”, que tiene fecha de caducidad, es tan difícil. Y, otra vez como una estúpida, atraviesas tu particular duelo, con todas sus fases. Primero, negación. “Mad Men se acaba el 17 de mayo” escuchas en el despacho y tú decides que no, que Mad Men se acaba cuando tú digas, aunque tengas que almacenar los capítulos durante años en el iPlus. Luego, ira. Lees noticias sobre renovaciones y cancelaciones de otras series y te enfadas porque Don se va y Meredith se queda. “¡No es justo!” murmuras furiosa contra Shonda y contra el mundo. Después, negociación. “No veré ni un capítulo hasta que estén todos y así podré decidir la dosis, así elijo yo cuándo llega el final” (suerte evitando spoilers). A continuación, depresión. El vacío. La nada. El hueco en el cuadrante de series que piensas que nunca podrás llenar. Don se ha ido, para siempre, con ese fundido a negro que se llevó a tantos otros y, aunque tarde o temprano tendrás que aceptarlo, todavía no estás preparada para decirle adiós.

Se acaba Mad Men, se cierra una era. Y mientras escribes empiezas a asumir que ya no habrá más Joan, ni Peggy, ni Don; que nunca sabrás si la vida de Sally fue una aventura; que esta ha sido la última vez que has visto a Draper caer. Y te das cuenta de que, en el fondo, no era de Don de quién estabas enamorada, sino de esa genialidad que Matthew Weiner (y AMC) ha regalado a los amantes de la ficción televisiva. Estás un paso más cerca de la aceptación y, aunque todavía no estás ahí, ya has encontrado la palabra con la que resumir todo lo que sientes: GRACIAS.

Adiós Don, adiós Sally, adiós Joan, adiós Peggy... Gracias por estos años, por la aventura, por las sonrisas y hasta por las lágrimas. Sé que volveremos a encontrarnos, pero, mientras tanto, ya os echo de menos. 


miércoles, 12 de febrero de 2014

Con el corazón y con la cabeza. Dos quinielas para los Oscar 2014


Todos los años por estas fechas (este quizás un poco más tarde de lo habitual), sigo una especie de ritual: con la lista de las candidaturas a los Oscar en mano, repaso varias veces los resultados más destacados de la temporada de premios (especialmente los de los sindicatos de “peso”: actores, productores, directores y guionistas) y esbozo mi quiniela para la gran noche del cine (yankee y mundial, que lo de los Goya es otra cosa) con de acertar el máximo posible de galardones en las ocho categorías estrella: Mejor película, mejor director, mejor actor, mejor actriz, mejor actor de reparto, mejor actriz de reparto, mejor guión original y mejor guión adaptado.

Este año, sin embargo, es un tanto atípico. Al hecho de que apenas he visto un par de las películas nominadas (espero solucionarlo antes del 2 de marzo), se suma que, por primera vez en bastantes años, apenas hay coincidencias entre lo que creo que va a pasar y lo que verdaderamente me gustaría que pasase. Por eso, he decidido hacer dos quinielas, una desde la razón, basada en datos objetivos, y otra desde el sentimiento, teniendo en cuenta preferencias y manías puramente personales.

Estas son mis quinielas y mis porqués:

MEJOR PELÍCULA

Candidatas: American Hustle, Captain Phillips, Dallas Buyers Club, Gravity, Her, Nebraska, Philomena, 12 Years a Slave, The Wolf of Wall Street

¿Quién creo que ganará? 12 Years a Slave. ¿Por qué? Ha sido una de las películas del año, se ha ganado a la crítica y, pese a la temática dura, ha conquistado al público. Todo apunta a unos premios muy repartidos este año y, dado que no parece que McQueen vaya a salir del Dolby Theatre con la estatuilla como Mejor director, todo apunta que se llevará el gordo. Sin embargo, el hecho de que el PGA (sindicato de productores) no fuese capaz de elegir un ganador (le tocó compartirlo con Gravity) deja la puerta abierta a sorpresas y si Shakespearein Love ganó a Saving Private Ryan

¿Quién me gustaría que ganase? Nebraska. ¿Por qué? Tengo debilidad por las historias de perdedores y nadie los retrata con Alexander Payne.

MEJOR DIRECTOR

Candidatos: David O. Russell (American Hustle), Alfonso Cuarón (Gravity), Alexander Payne (Nebraska), Steve McQueen (12 Years a Slave), Martin Scorsese (The Wolf of Wall Street)

¿Quién creo que ganará? Alfonso Cuarón. ¿Por qué? A diferencia de los productores, el DGA (sindicato de directores) sí que tuvo claro quién es el director del año. Cuarón ha hecho la primera película de la historia en la que el 3D tiene sentido y la escena inicial de Gravity se estudiará durante años en las escuelas de cine. Sin candidatura para el guion y con una lucha apretada con 12 Years a Slave por el premio a Mejor película, parece difícil que al mexicano se le escape este Oscar.

¿Quién me gustaría que ganase? Alfonso Cuarón. ¿Por qué? Puede que Gravity no sea la mejor película del año (no lo es, pase lo que pase el día 2), pero lo que ha hecho Cuarón con ella merece un reconocimiento.

MEJOR ACTOR

Candidatos: Christian Bale (American Hustle), Bruce Dern (Nebraska), Leonardo DiCaprio (The Wolf of Wall Street), Chiwetel Ejiofor (12 Years a Slave), Matthew McConaughey (Dallas Buyers Club)

¿Quién creo que ganará? Matthew McConaughey. ¿Por qué? Si hay algo que guste más en Hollywood que las historias basadas en hechos reales, son las películas en las que los actores, para meterse en el papel, han tenido que “sufrir” una transformación física (por lo general, ellas ganar peso; ellos, perderlo a lo bestia). En el caso de Dallas Buyers Club se cumplen las dos cosas y, además, McConaughey está realmente feo. No he visto la película, pero si Charlize Theron ganó con Monster

¿Quién me gustaría que ganase? Bruce Dern o Chiwetel Ejiofor. ¿Por qué? Parece poco probable que Dern vaya a tener otra oportunidad como esta y Ejiofor lo borda en su papel de Solomon Northup. Además, no soy partidaria del “Síndrome Bullock”, esto es, haz veinte películas regulares o malas que, cuando hagas una medio decente, te darán todos los premios.

MEJOR ACTRIZ

Candidatas: Amy Adams (American Hustle), Cate Blanchett (Blue Jasmine), Sandra Bullock (Gravity), Judi Dench (Philomena), Meryl Streep (August: Osange County)

¿Quién creo que ganará? Cate Blanchett. ¿Por qué? Lo ha ganado prácticamente todo y su interpretación (junto con la de Sally Hawkins) es lo único que se recordará de la película, totalmente eclipsada por la segunda parte del escándalo Allen-Dylan-Farrow. En el caso de Blanchett y Blue Jasmine podría hablarse de un efecto “Penélope Vicky Cristina Barcelona”: un film del montón con una actuación brillante que aún lo parece más por la mediocridad general de la película. Eso sí, Blue Jasmine es bastante mejor que Vicky Cristina Barcelona (se puede ver sin bostezar) y Cate Blanchett está perfecta en su papel de Jeannette/Jasmine.

¿Quién me gustaría que ganase? Amy Adams. ¿Por qué? Después de ver Junebug me costó bastante comprender por qué esa chica pelirroja no había ganado el Oscar. Luego vi que se lo había quitado Rachel Weisz y lo entendí todo. Es la eterna historia de Amy Adams (como la de Annette Bening): cada vez que lo borda en un papel, aparece alguien que hace el papel de su vida. Este año, probablemente, le volverá a pasar lo mismo.

MEJOR ACTOR DE REPARTO

Candidatos: Barkhad Abdi (Captain Phillips), Bradley Cooper (American Hustle), Michael Fassbender (12 Years a Slave), Jonah Hill (The Wolf of Wall Street), Jared Leto (Dallas Buyers Club)

¿Quién creo que ganará? Jared Leto. ¿Por qué? Le pasa un poco como a McConaughey, pérdida de peso incluida. Ha salido reforzado de la temporada de premios y solo le falta la guinda: el Oscar.  Tiene la ventaja añadida de jugarse el premio ante rivales bastante asequibles y tan novatos como él (con la excepción de Bradley Cooper) en esto de los Premios de la Academia. Pocos premios parecen más cantados que este.

¿Quién me gustaría que ganase? Michael Fassbender o Jared Leto. ¿Por qué? En un año en que los nominados en esta categoría no me dicen mucho, Fassbender es el más guapo y Leto me encantó en Requiem for a Dream.

MEJOR ACTRIZ DE REPARTO

Candidatas: Sally Hawkins (Blue Jasmine), Jennifer Lawrence (American Hustle), Lupita Nyong’o (12 Years a Slave), Julia Roberts (August: Osange County), June Squibb (Nebraska)

¿Quién creo que ganará? Lupita Nyong’o. ¿Por qué? Se criticó muchísimo a la HFPA por no premiar a ningún artista afroamericano en los Globos de Oro en un año en que las opciones eran numerosas, así que es difícil que la historia se repita en los Oscar. Además, quedaría muy mal que la película de McQueen se llevase “solo” el premio de Mejor película y, dado que Ejiofor lo tiene casi imposible, parece que Nyong’o, que ya ganó el SAG, se impondrá entre las actrices secundarias (y Halle Berry –me tiro de los pelos– seguirá siendo la única afroamericana con un Oscar como protagonista).

¿Quién me gustaría que ganase? Julia Roberts. ¿Por qué? Siempre quiero que gane Julia Roberts, hasta cuando hace películas de mierda por las que merece que le quiten el Oscar de Erin Brokovich. Sin duda, le debo a la Roberts buena parte de mi afición por el cine y es que Pretty Woman es la primera película “de mayores” que recuerdo haber visto y una de las pocas que no me cansó de ver (de hecho creo que podría repetir de memoria la mayoría de los diálogos, algo que solo me pasa con Aladdin).

MEJOR GUION ORIGINAL

Candidatos: American Hustle, Blue Jasmine, Dallas Buyers Club, Her, Nebraska

¿Quién creo que ganará? Her. ¿Por qué? Muy pocas veces se da el caso de un ganador del Oscar que no haya ganado el WGA y, entre los guiones originales, fue Spike Jonze el que se llevó el gato al agua. Además, si hay un adjetivo que se le pueda aplicar a la obra cinematográfica de Jonze es original. ¿A qué otra persona (salvo a Charlie Kauffman y a él mismo) se le ocurrirían “fumadas” como Being John Malkovich, Adaptation o Her? Superada ya la etapa Kauffman (autor de los guiones de las dos primeras), es el momento de que Jonze se lleve su premio.

¿Quién me gustaría que ganase? Her. ¿Por qué? Por los mismos motivos por los que creo que ganará.

MEJOR GUIÓN ADAPTADO

Candidatos: Before Midnight, Captain Phillips, Philomena, 12 Years a Slave, The Wolf of Wall Street

¿Quién creo que ganará? Captain Phillips. ¿Por qué? En el caso del guion adaptado, fue el texto de Billy Ray el que se impuso en los premios del sindicato y tampoco en esta categoría suele haber diferencias entre lo que votan los guionistas y lo que finalmente premia la Academia.

¿Quién me gustaría que ganase? Before Midnight. ¿Por qué? Soy fan de la trilogía de Linklater y, sobre todo, de la agilidad de sus diálogos, cuyo mérito principal está en el guion (escrito a seis manos entre el propio director y los dos actores protagonistas).

sábado, 4 de agosto de 2012

¡Hasta siempre, Mr. Phelps!


22 medallas olímpicas (18 de ellas de oro), el deportista con más preseas de la historia del olimpismo, el único nadador en vencer en una misma prueba en tres Juegos consecutivos (200m estilos, 100m mariposa)… Las palabras se quedan cortas a la hora de hablar de este genio del deporte, de esta máquina de atravesar piscinas llamada Michael Phelps y que, una vez más, nos ha brindado la oportunidad de presenciar cómo se escribe la historia.

Después de haberle visto nadar en estos Juegos, los cuartos de su vida, cuesta hacerse a la idea de no volver a verle competir. Michael Phelps se retira y lo hace en lo más alto, aunque quizás no de la forma que más le habría gustado. En su despedida soñada seguro que se incluía ese oro de los 200 mariposa, esa medalla que se le escapó por un fallo suyo combinado con una carrera magistral de Le Clos, el chaval que empezó a nadar tras verle en Atenas y que, sin saberlo, ha contribuido a hacer realidad otro de los anhelos de Phelps. Lo revela Bob Bowman, entrenador del de Baltimore desde sus comienzos, cuando habla de los objetivos que se marcó su pupilo cuando empezaba a destacar y que poco tenían que ver con medallas o récords: Michael Phelps quería hacer algo importante en la natación, quería motivar a la gente y animarla a perseguir sus sueños. Phelps se marcha sabiendo que lo ha conseguido.
Y lo sabe no solo por las palabras de Le Clos. Lo constata cada día a través de los innumerables mensajes que recibe vía Twitter, muchos de ellos de sus propios compañeros de equipo que no se cansan de alabarle y de destacar sus virtudes dentro y fuera del agua. A Michael Phelps se le quiere en el “Team USA” y es un cariño que se ha ganado a pulso, a base de gestos que engrandecen aún más su leyenda. Como muestra sirva la costumbre adquirida por el nadador de culminar cada jornada felicitando a sus compañeros por sus resultados y mostrando su agradecimiento a aquellos que hacen posible su éxito. Otros grandes deberían aprender de él.

Y sí, es difícil imaginar una competición de natación sin Phelps, pero es una realidad a la que habrá que acostumbrarse. Ya no habrá más gestos nerviosos sobre el pódium de salida, se acabaron los últimos virajes y las remontadas de infarto para alcanzar la gloria, las cámaras no volverán a enfocar a Debbie cuando el niño toque la pared para detener el crono… ¡Hasta siempre, Michael! Algunos ya te echamos de menos.
@MichaelPhelps

lunes, 27 de febrero de 2012

Lo más de los Oscar 2012

Lo mejor: la felicitación mutua de Meryl Streep y Viola Davis.
Lo peor: los modales (o la falta de ellos) de algunos de los comentaristas de Canal+.
Lo más emotivo: el discurso de agradecimiento de Octavia Spencer.
Lo más entrañable: las lágrimas de emoción de Melissa McCarthy al responder a la prensa.
Lo más gracioso: Emma Stone.
Lo más disparatado: ver una monja, vestida como tal, en la alfombra roja.
Lo más divertido: la secuencia de apertura con "The Help", "Bridesmaids" y Billy Crystal.
Lo más payaso: Sacha Baron Cohen.
Lo más supersticioso: Trueba con el mismo esmoquin que llevaba cuando ganó el Oscar por "Belle Epoque".
Lo más "Freixenet": los vestidos de Meryl Streep y Stacy Keibler.
Lo más absurdo: que Joaquín Reyes podría ganar también un Oscar.
Lo más espectacular: el vestido de Penélope Cruz, de Armani Privée.
Lo más internacional: la presentación en chino de la categoría "Mejor Película Extranjera de Habla no Inglesa".
Lo más sorprendente: el espectáculo a cargo de "Cirque du Soleil".
Lo más acertado: la elección del vestuario de Octavia Spencer.
Lo más operado/retocado: Billy Crystal y Michael Douglas.
Lo más desastroso: la conducción del especial de Canal+ por parte de Manuela Velasco, cuyos conocimientos de cine son...
Lo más ¿lacrimógeno?: la supuesta emoción de Meryl Streep al recoger el Oscar.
Lo menos original: la dedicatoria a Billy Wilder de los productores de "The Artist".
Lo más reivindicativo: el discurso de agradecimiento del director de "A Separation".
Lo más previsible: los Oscar de Octavia Spencer y Christopher Plummer, así como el de "A Separation".
Lo más indignante: que "The Iron Lady" vaya a exhibirse por ahí con la leyenda "Ganadora de dos Oscar"; que "The Artist" tenga más premios que cualquier película de Chaplin.



viernes, 24 de febrero de 2012

Oscar 2012: ¿Quién se llevará el premio a la Mejor Actriz?

Preparar mi quiniela para los Oscar es una tradición con la que vengo cumpliendo desde hace bastantes años (probablemente desde la primera vez que mis padres me dejaron trasnochar con la excusa de presenciar la ceremonia), pero que este año me está costando más que de costumbre, hasta el punto de que, a tres días de que se abran los sobres, aún hay categorías en las que tengo dudas respecto a quien saldrá vencedor. De entre ellas, la que se lleva la palma es la de Mejor Actriz, en la que pese a tener muy claro quien me gustaría que ganase, tengo mis dudas respecto a por dónde pueden ir los votos de la Academia.
Estos son los motivos por los que pienso que las cinco nominadas podrían ganar y las razones por las que creo que no deberían hacerlo:
Glenn Close como Albert Nobbs
¿Por qué podría ganar? Basta con ver el tráiler de “Albert Nobbs” para darse cuenta de que la transformación de Close para dar vida al personaje es cuanto menos llamativa, algo que en Hollywood gusta y buena prueba de ello son las incontables nominaciones que se justifican únicamente por este motivo (la última que me viene a la cabeza es la de Felicity Huffman en “Transamerica”). Asimismo, la Academia le debe una a Glenn Close, que acumula seis nominaciones y ninguna estatuilla (estatuilla que, no lo olvidemos, tiene hasta Sandra Bullock).

¿Por qué no debería ganar? Porque, más allá de la excelente caracterización, la interpretación de Close es fría y se queda lejos de sacar todo el partido a un personaje que, por otra parte, ha sido  diseñado específicamente para proporcionarle el ansiado Oscar. La realidad es que Close, que debió ganar con “Dangerous Liaisons”, no se merece el premio.

Viola Davis
Viola Davis como Aibileen Clark
¿Por qué podría ganar?The Help” ha sido la sorpresa del año y la Aibileen de Davis es uno de esos personajes que no se olvidan con facilidad. Además, la película ha sido la favorita de los actores, el colectivo con más peso en las votaciones, y Davis ya le quitó el premio a Streep que hasta entonces parecía la ganadora indiscutible. Finalmente, por si esto no fuera suficiente, entra en juego el factor racial: es vergonzoso que solo una actriz de color haya obtenido un Oscar como protagonista y más todavía que esta haya sido Halle Berry, una intérprete mediana, por una película -“Monster’s Ball”- mala a rabiar.

¿Por qué no debería ganar? No se me ocurre ningún motivo. Para mí, el Oscar a la Mejor Actriz Protagonista debería ser para Viola Davis.
Rooney Mara como Lisbeth Salander
¿Por qué podría ganar? Como ocurre en el caso de Close, para convertirse en Lisbeth Salander, Rooney Mara ha tenido que hacer frente a una transformación física espectacular, con el puntito añadido de que para ello la chica, que podría definirse como mona (algunos la recordarán como la chica que daba origen a la creación de Facebook en “The Social Network"), ha tenido que afearse considerablemente, lo que en muchas ocasiones es motivo suficiente para llevarse el premio a casa y si no que se lo pregunten a Charlize Theron.
¿Por qué no debería ganar? Porque no se puede decir que la interpretación de Mara le dé mil vueltas a la de Noomi Rapace, la Lisbeth Salander de la versión sueca y porque se trata de una trilogía; si debe ganar un premio por este papel, lo lógico es que se lo den una vez finalizadas las tres películas.
Meryl Streep como Margaret Thatcher
¿Por qué podría ganar? ¿Hay algo que guste más en Hollywood que los biopics? Basta con echar un vistazo a los premiados de los últimos años para encontrar al menos una decena de ellos que lo fueron por haber dado vida a alguien real (Colin Firth-Jorge IV, Sandra Bullock-Leigh Anne Tuohy, Sean Penn-Harvey Milk, Marion Cotillard-Edith Piaf, Forrest Whitaker-Idi Amin, Helen Mirren-Isabel II, Philip Seymour Hoffman-Truman Capote, Reese Witherspoon-June Carter, Jamie Foxx-Ray Charles, Charlize Theron-Aileen Wuornos, Adrien Brody-Władysław Szpilman, Nicole Kidman-Virginia Woolf… y estos solo en el siglo XXI) y, siendo sinceros, Meryl Streep en “The Iron Lady” no es que se parezca a Margaret Thatcher, es que es Margaret Thatcher. Asimismo, este podría ser el año en que Hollywood opte por saldar una vieja deuda que tiene con Streep; no es normal que una de las mejores intérpretes de la historia solo tenga en su poder un Oscar, el obtenido en 1983 por “Sophie's Choice” (el de “Kramer vs. Kramer” es como actriz de reparto), mientras que actrices como Sally Field, o Jodie Foster tienen dos. Finalmente, el hecho de que Streep sea de lo poco salvable de la película hace que su interpretación parezca mejor de lo que es.
¿Por qué no debería ganar? Si el premio fuese a la mejor imitación, Meryl Streep sería la justa ganadora de este año, pero lo que se dirime aquí es quién ofrece la mejor interpretación y la suya no lo es. No lo es porque una buena interpretación requiere un buen guión y el de “The Iron Lady” es bastante malo (por no decir panfletario) y porque un buen actor es aún mejor cuando trabaja a las órdenes de un gran director, algo que Phyllida Lloyd ni es ni será jamás. Además, pese a su indudable talento, Streep se ha convertido en la nominada por sistema, la que siempre está ahí, aun cuando no lo merece. Nadie puede dudar de que Meryl Streep tiene una filmografía sobresaliente, pero “The Iron Lady” no merece convertirse en una de sus películas destacadas.
Michelle Williams como Marilyn
¿Por qué podría ganar? Sirva para este caso lo dicho anteriormente sobre los biopics y añádase el hecho de que Williams se atreve con uno de los grandes iconos del cine (por no decir, el gran icono, en singular), Marilyn Monroe, y sale indemne, consiguiendo dotar a su interpretación de una credibilidad que pocos podrían esperar (Marilyn es irrepetible) y convirtiendo a "My week with Marilyn" en una de las películas destacadas del año. Además, Williams es la gran apuesta -junto a “The Artist”- de los Weinstein para este año, los mismo que elevaron a los altares a “Shakespeare in Love” y a Gwyneth Paltrow, y puede ser la gran beneficiada si los votos se dividen entre Davis y Streep.
¿Por qué no debería ganar? Porque Viola Davis lo merece más. Cualquier otro año, con otras rivales y con el mismo papel, sería de justicia que Michelle Williams saliese del Kodak con la estatuilla dorada en sus manos; que lo haga este año no sería descabellado, pero tampoco sería justo al 100%.

lunes, 30 de enero de 2012

Los Oscar 2012 son cosa de dos

A menos de un mes de la ceremonia de los Oscar y a falta solo de conocer a los ganadores del Sindicato de Guionistas, va siendo hora de empezar a perfilar unas quinielas que, este año, se antojan más difíciles que en ediciones anteriores.
Cuando se trata de adivinar los nombres de los ganadores, es importante prestar atención a los resultados de los premios que los diferentes sindicatos (Productores, Directores, Actores, Guionistas) otorgan con anterioridad porque es ahí donde los favoritos empiezan a destacarse. Vale, sí, está muy bien ganar premios de la crítica (Nueva York, Los Ángeles…) y aún mejor llevarse el Globo de Oro a casa, pero, a la hora de la verdad, los que votan para los Oscar no son ni los críticos, ni la HFPA; son esas personitas que se pasan enero y febrero de sarao en sarao mientras terminan de decidir su voto (en estos casos, la ayuda del Sr. Chandon parece que no va mal).
Sin embargo, ¿qué ha pasado este año? Pues que mientras la francesa “The Artist” había sido la favorita de productores y directores, ahora llegan los actores y dicen que no, que la mejor para ellos es “The Help” (lógico si pensamos que es esta una película de actores) y, teniendo en cuenta que son el colectivo más numeroso, a una le entran dudas respecto a qué título sonará el último el 26 de febrero.

Lo primero que hay que tener claro es que cada sindicato otorga premios a los suyos, esto es, los directores al mejor director, los productores a la mejor producción… Lo cual significa que se puede considerar que una película tiene el mejor casting, pero no es el mejor film, ¿no?
En segundo lugar, conviene buscar antecedentes y, tirando un poco de hemeroteca, nos encontramos con una situación calcada a la de este año en la temporada de premios 2006. Si hacen un poco de memoria, recordarán que desde muchas tribunas se calificó como sorpresa el triunfo de “Crash” frente a “Brokeback Mountain”, cuya victoria estaba tan cantada que, dicen las malas lenguas, Clint Eastwood se negó a entregar el Oscar a la Mejor Película. Pero, ¿qué había ocurrido en los sindicatos?
Pues que hubo reparto de premios. Productores y directores se decantaron por la historia de amor de los vaqueros, los guionistas dieron un premio a cada una (competían en categorías diferentes) y los actores eligieron a “Crash”. ¿Qué era “Crash”? Una película de actores. ¿Qué ocurrió en los Oscar? Que Ang Lee ganó el premio al Mejor Director, pero el de Mejor Película se lo llevó el film de Haggis.
Finalmente, siempre es recomendable tener en cuenta ciertos factores especiales, como puede ser el componente nostálgico (blanco y negro, sin sonido…), la afición que tiene la Academia a los biopics, el punto extra que da una caracterización notable… y, sobre todo, a quién apoya Harvey Weinstein.
¿Ya van perfilando sus quinielas? Pues que haya suerte y que gane George, digo el mejor.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Viejas historias: Neretva


- Neretva, se llama Neretva.

Apenas hace nada que la niña ha nacido y ya es la sexta vez que tiene que aclarar el nombre de su hija, aunque por mucho que lo intenta, no encuentra palabras para definir lo que el simple recuerdo del Neretva le hace sentir.

Branimir es bosnio, aunque antes fue yugoslavo y en su casa siempre le dijeron que era croata; demasiadas identidades para un niño que creció jugando en las dos orillas del río que atraviesa Mostar y que cuando le preguntaban “¿tú que eres?” respondía “yo caco”, inocente e ignorante, desconocedor del odio que empezaba a gestarse.

Neretva no es sólo un río; es la frontera entre el odio y la amistad, una barrera que croatas y musulmanes deberían cruzar día a día para recuperar aquellos años en los que en sus márgenes sólo se oían carcajadas, carcajadas silenciadas por el ruido de las bombas.

Tenía quince años la última vez que vio el Neretva y, en sus aguas, quedaron su infancia, su primer amor y las piedras del viejo puente que los suyos derribaron para separar a sus “hermanos” de la otra orilla. Allí se quedaron sus amigos, los partidos de fútbol en las calles de Kujundziluk, las meriendas junto al río… Y allí le espera el niño que fue para darse un último baño cuando el calor de su añorada Mostar se haga insoportable.

Aquí, al conocer su origen, es frecuente que le pregunten sobre la guerra, sobre naciones y bandos; y, aunque no responde, todavía baja la mirada cuando recuerda el día en que le dijeron que había que luchar por una patria que no sabía que tenía; aquel día en el que ser croata se comió al ser amigo, sobre todo si ese amigo creía en Alá.

Y todo esto, lo que el resto le dice sobre naciones y patrias, es lo que le hace plantearse su identidad, una cuestión que cuando vivía en Mostar y jugaba a fútbol con los vecinos del otro lado del río parecía una tontería. Una tontería convertida en guerra.

¿Qué es él? Croata, yugoslavo, bosnio… No lo sabe y tampoco le importa; se conforma con saber que hoy es el día más feliz de su vida, hoy que su pasado, su presente y, sobre todo, su futuro dormita entre sus brazos.

- Neretva, se llama Neretva.
Stari Most sobre el Neretva (Mostar, Bosnia)