22 medallas olímpicas (18 de
ellas de oro), el deportista con más preseas de la historia del olimpismo, el
único nadador en vencer en una misma prueba en tres Juegos consecutivos (200m
estilos, 100m mariposa)… Las palabras se quedan cortas a la hora de hablar de
este genio del deporte, de esta máquina de atravesar piscinas llamada Michael Phelps y que, una vez más, nos ha brindado la oportunidad de presenciar cómo se
escribe la historia.
Después de haberle visto nadar en
estos Juegos, los cuartos de su vida, cuesta hacerse a la idea de no volver a
verle competir. Michael Phelps se retira y lo hace en lo más alto, aunque quizás
no de la forma que más le habría gustado. En su despedida soñada seguro que se
incluía ese oro de los 200 mariposa, esa medalla que se le escapó por un fallo
suyo combinado con una carrera magistral de Le Clos, el chaval que empezó a
nadar tras verle en Atenas y que, sin saberlo, ha contribuido a hacer realidad
otro de los anhelos de Phelps. Lo revela Bob Bowman, entrenador del de
Baltimore desde sus comienzos, cuando habla de los objetivos que se marcó su
pupilo cuando empezaba a destacar y que poco tenían que ver con medallas o
récords: Michael Phelps quería hacer algo importante en la natación, quería motivar a la gente y animarla a perseguir sus sueños. Phelps se marcha sabiendo
que lo ha conseguido.
Y lo sabe no solo por las
palabras de Le Clos. Lo constata cada día a través de los innumerables mensajes
que recibe vía Twitter, muchos de ellos de sus propios compañeros de equipo que
no se cansan de alabarle y de destacar sus virtudes dentro y fuera del agua. A
Michael Phelps se le quiere en el “Team USA” y es un cariño que se ha ganado a
pulso, a base de gestos que engrandecen aún más su leyenda. Como muestra sirva
la costumbre adquirida por el nadador de culminar cada jornada felicitando a
sus compañeros por sus resultados y mostrando su agradecimiento a aquellos que
hacen posible su éxito. Otros grandes deberían aprender de él.
Y sí, es difícil imaginar una
competición de natación sin Phelps, pero es una realidad a la que habrá que
acostumbrarse. Ya no habrá más gestos nerviosos sobre el pódium de salida, se
acabaron los últimos virajes y las remontadas de infarto para alcanzar la
gloria, las cámaras no volverán a enfocar a Debbie cuando el niño toque la
pared para detener el crono… ¡Hasta siempre, Michael! Algunos ya te echamos de
menos.
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@MichaelPhelps |