sábado, 4 de agosto de 2012

¡Hasta siempre, Mr. Phelps!


22 medallas olímpicas (18 de ellas de oro), el deportista con más preseas de la historia del olimpismo, el único nadador en vencer en una misma prueba en tres Juegos consecutivos (200m estilos, 100m mariposa)… Las palabras se quedan cortas a la hora de hablar de este genio del deporte, de esta máquina de atravesar piscinas llamada Michael Phelps y que, una vez más, nos ha brindado la oportunidad de presenciar cómo se escribe la historia.

Después de haberle visto nadar en estos Juegos, los cuartos de su vida, cuesta hacerse a la idea de no volver a verle competir. Michael Phelps se retira y lo hace en lo más alto, aunque quizás no de la forma que más le habría gustado. En su despedida soñada seguro que se incluía ese oro de los 200 mariposa, esa medalla que se le escapó por un fallo suyo combinado con una carrera magistral de Le Clos, el chaval que empezó a nadar tras verle en Atenas y que, sin saberlo, ha contribuido a hacer realidad otro de los anhelos de Phelps. Lo revela Bob Bowman, entrenador del de Baltimore desde sus comienzos, cuando habla de los objetivos que se marcó su pupilo cuando empezaba a destacar y que poco tenían que ver con medallas o récords: Michael Phelps quería hacer algo importante en la natación, quería motivar a la gente y animarla a perseguir sus sueños. Phelps se marcha sabiendo que lo ha conseguido.
Y lo sabe no solo por las palabras de Le Clos. Lo constata cada día a través de los innumerables mensajes que recibe vía Twitter, muchos de ellos de sus propios compañeros de equipo que no se cansan de alabarle y de destacar sus virtudes dentro y fuera del agua. A Michael Phelps se le quiere en el “Team USA” y es un cariño que se ha ganado a pulso, a base de gestos que engrandecen aún más su leyenda. Como muestra sirva la costumbre adquirida por el nadador de culminar cada jornada felicitando a sus compañeros por sus resultados y mostrando su agradecimiento a aquellos que hacen posible su éxito. Otros grandes deberían aprender de él.

Y sí, es difícil imaginar una competición de natación sin Phelps, pero es una realidad a la que habrá que acostumbrarse. Ya no habrá más gestos nerviosos sobre el pódium de salida, se acabaron los últimos virajes y las remontadas de infarto para alcanzar la gloria, las cámaras no volverán a enfocar a Debbie cuando el niño toque la pared para detener el crono… ¡Hasta siempre, Michael! Algunos ya te echamos de menos.
@MichaelPhelps